Es la ingesta habitual de una cantidad insuficiente de alimentos. Es frecuente en ancianos y también en jóvenes que no quieren engordar o en personas que siguen regímenes de adelgazamiento.
Comer y beber en exceso, sobre todo alimentos de origen animal (carnes y grasas) y bebidas alcohólicas, en detrimento de legumbres, frutas y leche.
Es muy frecuente que sólo se consuma leche en el desayuno y en pequeña cantidad, en forma de café con leche. La intolerancia a la leche que dicen tener muchas personas se debe a la pérdida de capacidad digestiva, que puede corregirse si se reinicia la ingestión de pequeñas cantidades y se aumenta progresivamente.
Se suelen consumir poco por creer que son poco nutritivos o que requieren una preparación más laboriosa. A menudo la fruta fresca se sustituye por bollería y pasteles, ricos en colesterol. Esto produce carencia de fibra dietética y de vitamina C.
Se suele considerar el alimento noble por excelencia; su consumo aumenta el mejorar el nivel de ingresos de las familias. Es un aliento excelente, pero su exceso produce desequilibrio nutricional al reducir el consumo de otros alimentos, y además produce fatiga de órganos como el hígado y el riñón.
Abusar de las grasas produce dificultad para hacer la digestión y puede producir trastornos hepáticos. Puede favorecer enfermedades cardiovasculares.
Suelen sustituir a otros alimentos como las frutas en los postres o las meriendas. Produce obesidad, diabetes, caries dental y déficit de vitaminas y fibra.
A menudo no se desayuna o el desayuno no cubre el 20% de las necesidades energéticas, como sería deseable. se da demasiada importancia a la comida del mediodía; esto produce somnolencia y pérdida de rendimiento debido a las pesadas digestiones. También se observa un horario irregular de las comidas.