Muchos sitios web rastrean de forma sistemática el comportamiento de los usuarios de forma individualizada. Esta información puede utilizarse para muchos fines, entre ellos para ofrecer contenido personalizado al usuario. Por ejemplo, la web de un periódico podría rastrear los artículos leídos por un usuario y, si observa un patrón determinado, ofrecerle en primer lugar los artículos que probablemente le interesen más. En la práctica, esta información se utiliza sobre todo para ofrecer publicidad personalizada, más capaz de llamar la atención al usuario.
En 2007, varias asociaciones de consumidores estadounidenses solicitaron la creación de una lista Do Not Track (No Rastrear) en la que los usuarios pudieran pedir no ser rastreados, de forma parecida a como existe desde 2003 la lista Do Not Call en la que uno puede apuntarse para no recibir llamadas telefónicas de telemarketing
En 2009 Christopher Soghoian y Sid Stamm crearon una extensión para Firefox que implementaba una nueva cabecera HTTP llamada DNT (Do Not Track). Esta cabecera se envía al sitio web con el valor 1 si el usuario no quiere ser rastreado o con el valor 0 si al usuario no le importa ser rastreado y no se envía si el usuario no ha declarado su preferencia.
En marzo de 2010 Firefox 4 fue el primer navegador en incorporar la cabecera Do Not Track. Es importante señalar que esta cabecera no impide realmente que los sitios rastreen al usuario. Simplemente indica que el usuario no quiere ser rastreado y deben ser los sitios web los que obedezcan voluntariamente a este deseo.
En marzo de 2010 Microsoft publicó Internet Explorer 9 que incluía otro sistema de protección contra el rastreo, basado en listas de sitios que el navegador bloquearía completamente. Este sistema obtuvo el rechazo frontal de los anunciantes.
Tras casi dos años de tira y afloja, en febrero de 2012 la Digital Advertising Alliance, la mayor asociación de anunciantes y medios de comunicación norteamericanos, acordó con el gobierno estadounidense aceptar la cabecera Do Not Track y respetar los deseos de los usuarios.
En septiembre de 2012 Microsoft publicó Internet Explorer 10, abandonando su sistema de listas e incluyendo la cabecera Do Not Track, pero haciéndolo de tal manera que ha hecho saltar por los aires todo el trabajo realizado. Internet Explorer 10 envía siempre la cabecera DNT solicitando no ser rastreado, salvo que el usuario desactive la cabecera. Los anunciantes han rechazado ese comportamiento y aducen que ellos pactaron respetar la cabecera si eran los usuarios los que la activaban, pero que si está activada por defecto no se consideran obligados a respetarla.
En 2013, la Fundación Mozilla anunció que estaba estudiando sistemas alternativos para proteger a los usuarios del rastreo no deseado. Uno de ellos fue el sistema de listas blancas y negras (accept-lists y block-lists) que empezó a desarrollar la Cookie Clearinghouse de la Universidad de Stanford (proyecto terminado a principios de 2015). Otro podría ser el bloqueo total de las cookies creados por sitios no visitados directamente, de forma parecida a como lo hace Safari, el navegador de Apple. El problema es que estos sistemas provocarán respuestas por parte de los anunciantes para saltárselos, iniciando otra guerra en la web, esta vez entre navegadores y anunciantes.
En agosto de 2015, La Electronic Frontier Foundation ha anunciado una nueva versión de Do Not Track.
En enero de 2016 Google parece haber eliminado la opción Do Not Track de Chrome para iOS.
En 2017 la EFF publicó la extensión para navegadores Privacy badger que identifica y bloquea los intentos de rastreo no autorizados (Extensión para Firefox - Extensión para Google Chrome).
En septiembre de 2018 se cerró el grupo de trabajo Tracking Protection del W3C, sin haber conseguido publicar ninguna recomendación.
En febrero de 2019 Apple reveló que Safari 12.1 ya no utilizaría Do Not Track.
Las recomendaciones del W3C han tenido históricamente el inconveniente de no haber sido acompañadas de pruebas de cumplimiento, seguramente por la dificultad y el volumen de trabajo que supondría su elaboración. Aunque esta situación cambió en la preparación de HTML 5 y CSS 3, en el pasado otras organizaciones al margen de W3C prepararon tests para comprobar si los navegadores cumplían realmente las recomendaciones.
El más conocido de estos tests fueron los llamados Acid Tests, de los que se publicaron tres versiones. Por supuesto, como se trataba de una prueba que no cubría todos los aspectos de las recomendaciones, obtener la máxima nota no significaba que se cumplieran las recomendaciones al 100%, pero permitía hacerse una idea aproximada.
Los Acid Tests fueron preparados en el seno del Web Standards Project, una organización de diseñadores y programadores web creada en 1998 y disuelta en 2013, al considerar que sus objetivos estaban cumplidos. Por tanto no habrá una cuarta versión del test.
Como el HTML y las CSS han ido evolucionando y los Acid Tests no se han ido actualizando, los Acid Tests no se deben utilizar en ningún caso para evaluar la calidad de un navegador. De hecho, es posible que los navegadores muestren cada vez peores resultados en los Acid Tests, pero eso no tiene ninguna importancia.
El primer Acid Test se publicó en octubre de 1998 y medía sobre todo el cumplimiento de la recomendación CSS 1. Consistía en abrir la página https://www.w3.org/Style/CSS/Test/CSS1/current/test5526c.htm en el navegador y comparar el resultado con la imagen de referencia. Cuanto más parecido fuera, mejor cumplía esa recomendación el navegador.
En el ejemplo siguiente puede ver a la izquierda el resultado teórico esperado y a la derecha el resultado real en el navegador que usted está utilizando. El texto final no coincide, pero eso se debe a que la imagen esperada (descargada de la web de Acid Tests oficial) no ha sido actualizada.
Resultado deseado del Acid Test 1
Resultado real de https://www.w3.org/Style/CSS/Test/CSS1/current/test5526c.htm
El segundo Acid Test se publicó en abril de 2005 y medía sobre todo el cumplimiento de las recomendaciones HTML 4 y CSS 2.1, la transparencia alfa de imágenes PNG y URIs de datos. Consistía en abrir la página http://acid2.acidtests.org/ en el navegador y comparar el resultado con la imagen de referencia. Cuanto más parecido sea, mejor cumplía esas recomendaciones el navegador.
Resultado deseado del Acid Test 2
Resultado real de http://acid2.acidtests.org/
Cuando se publicó el segundo Acid Test, ningún navegador pasaba el test. El primer navegador en pasar el test fue Safari en 2005. Opera lo pasó en 2006, Firefox y Google Chrome en 2008 e Internet Explorer en 2009.
El tercer Acid Test se publicó en marzo de 2008 y medía sobre todo el cumplimiento de la recomendación CSS 2.1, el lenguaje JavaScript y el DOM de nivel 2. Al abrir la página http://acid3.acidtests.org/ en el navegador aparece una imagen con una nota sobre 100. Cuanta más alta la nota, mejor cumple esas recomendaciones el navegador.
Resultado deseado del Acid Test 3
Resultado real de http://acid3.acidtests.org/
Cuando se publicó el tercer Acid Test, ningún navegador pasaba el test. El primer navegador en obtener la máxima puntuación fue Safari en 2009. Opera lo pasó en 2009, Chrome en 2010, Firefox en 2011 e Internet Explorer en 2012.
Comic Sans es un tipo de letra creado en 1994 por el diseñador Vincent Connare, empleado de Microsoft. El tipo de letra imita el estilo de los diálogos de los tebeos, que en Estados Unidos es un aspecto muy cuidado y llevado a cabo por especialistas. Concretamente, Connare dice haberse inspirado por dos tebeos clave de la evolución del comic en los años 80: Watchmen y El regreso del señor de la noche.
Inicialmente, ese tipo de letra iba a incluirse en uno de los proyectos de Microsoft más criticado y ridiculizado: Microsoft Bob. Bob era un programa creado para Windows 3.1 que pretendía ser un nuevo tipo de interfaz de usuario diseñado para novatos y que en vez del escritorio de Windows mostraba las habitaciones de una casa en la que los objetos abrían las aplicaciones. La aparición de Windows 95 permitió a Microsoft enterrar rápidamente un producto que nunca debió salir a la luz. En 2006, en una lista de los 25 peores productos tecnológicos de la historia publicada por la revista PCWorld, Bob todavía se mantenía en el séptimo lugar.
Comic Sans se diseñó para los globos de ayuda al usuario en Bob, pero no llegó a utilizarse allí. Pero sí se incluyó en el Windows 95 Plus! Pack, un CD de ampliación de WIndows 95, que incluía entre otros, la primera versión de Internet Explorer. Todo el contenido del Plus! Pack se incluyó en Windows 98 y en otros productos de Microsoft (Publisher, Internet Explorer, MS Comic chat, etc.), entre otros el Core Fonts for the Web, un paquete de fuentes que Microsoft distribuyó gratuitamente entre 1996 y 2002, pero cuya licencia ha permitido que se siga distribuyendo y usando, no sólo en Windows, sino en cualquier sistema operativo.
Instalada en prácticamente todos los PCs del planeta, no sorprende que Comic Sans se haya utilizado mucho y para todo tipo de documentos. Y ese uso indiscriminado es el que ha movilizado a bastantes diseñadores gráficos.
Para los diseñadores gráficos, los tipos de letra están diseñados para un determinado tipo de documentos, por ejemplo, para documentos formales o para documentos informales. Y Comic Sans sería un tipo de letra desenfadado que no debería utilizarse en documentos serios. Además, parece ser que técnicamente la fuente no es demasiado buena. Por ejemplo, el kerning, el espacio entre letras, que permite aumentar o reducir el espacio entre dos letras concretas para mejorar la legibilidad, y que supone bastante trabajo a la hora de diseñar un tipo de letra porque hay que estudiar y ajustar todas las combinaciones posibles, en Comic Sans es prácticamente inexistente.
En 1999 dos diseñadores gráficos que acabarían casándose, Holly Sliger y Dave Combs, pusieron en marcha Ban Comic Sans, una campaña en contra de ese uso indiscriminado de Comic Sans. Esa campaña, que suele utilizar el humor y el buen diseño (el 1 de abril de 2011, el día de los inocentes anglosajón, Google mostraba algunos resultados de búsquedas en Comic Sans), sigue en marcha con un éxito relativo.
Pero quizás esta polémica no es más que un ejemplo del tiempo en que vivimos, en que cualquier manifestación artística acaba convertida en objeto de consumo masivo e inevitablemente maltratada. ¿Cuánta música se escucha en situaciones opuestas para la que fue compuesta? ¿Cuántas imágenes se utilizan en contextos que contradicen su mensaje? ¿Cuántos mensajes políticos acaban sirviendo para vender camisetas? ¿Quién espera todavía que haya relación entre forma y sentido?